Este libro intenta acercarse a las formas de publicación que se emplearon durante el Siglo de Oro para conseguir que algo fuera conocido de manera general, es decir, se hiciera de conocimiento público. Sin olvidar nunca las formas de publicación orales y visuales, su interés se centra, en especial, en desentrañar cuál fue el impacto de la escritura, a través de manuscritos o impresos, en el lento proceso de maduración por el que los términos del debate político altomoderno se fueron encaminando hacia el surgimiento de una opinión pública. Medios de la acción monárquica y de su propaganda, pero también de la pastoral misional y de la retórica y práctica aristocráticas, traslados e impresiones se hicieron cada vez más comunes en la relación entre Rey y Reino, prelados y fieles, señores y vasallos. Los escritores y, ante todo, la profusión tipográfica, tan eficaz como venal en su mecánica, fueron haciendo «aflorar» los pareceres de personas cuyo consilium antes no era requerido, pero que acabó entrando en la discusión como una abierta forma de opinión que no sólo podía ser conocida, sino que, para algunos, también podía llegar a ser atendida.