La ciencia es una actividad básicamente social. Instituciones, asociaciones, ideologías, crisis políticas… han condicionado sus avances y han ejercido una influencia más o menos marcada. Pero la meteorología lo es más si cabe, esa ciencia milenaria nutrida de las tres tradiciones —la predicción del tiempo, la física atmosférica y la climatología— que iban a converger en el siglo XX. ¿A qué se debe que sea afectada, condicionada, en definitiva, tan influenciada socialmente? Esta es una pregunta interesante en un mundo en que la ciencia es a menudo apreciada por los valores individuales que representa: talento, competitividad, superación de obstáculos, por no hablar de una imagen estrechamente ligada a la individualidad, basada en la perfección y en la pureza formal de ciencias no influenciables. La respuesta se encuentra en que la meteorología es una actividad que es congénita a la empresa colectiva y al servicio público, a pesar de basarse en la observación de fenómenos individuales y datos aislados. Este rasgo no es solo del presente, sino que fue así en el pasado. Este libro tiene, por tanto, dos polos de interés. De un lado, es un análisis minucioso de las actividades meteorológicas en España, y en especial su relación con la sociedad y las corrientes ideológicas dominantes en un período de casi dos siglos, desde la Ilustración hasta el final de la posguerra. De otro lado, pretende, si se nos permite la expresión, hacer justicia a una disciplina científica a la que la historiografía de la ciencia en España casi nunca ha reconocido méritos ni atractivos suficientes. Al público en general esta obra le ayudará a redescubrir la meteorología en España y el modo en que la sociedad y la ideología afectaron a su desarrollo.